Entrevista a Doña Marta realizada por Mariana Genna,
Rosa Gómez y Ricardo Di Mario en su propia casa. Lamentablemente unas semanas
después de esta grabación la Sra. Marta
falleció y no tuvimos la oportunidad de hacerle la devolución que su amabilidad
se merecía. Le dedicamos toda esta parte de las entrevistas a su memoria.
Entrevistadores. ¿Quiere presentarse Marta?
Doña Marta. Mi nombre es Marta Aída
Luján, Luján se llamaba mi padre y mi madre era Zamora, y de casada Olmedo, es
decir Luján de Olmedo, y nací el 8 de
diciembre de 1942 , el 8 de diciembre
es el día de la Virgen ,
me casé en el año 1960 y tuve cuatro hijas, y quedé debiendo el varón, muy
buenas las chicas, muy trabajadoras, no me quejo de ellas, teníamos muchos
hermanos, allá arriba más arriba de lo de Rosita Chávez (señala con la mirada
hacia las sierras, hace referencia a la casa de la llamada “tejendera” Doña
Rosita Chávez quien vive en lo más alto de la sierra, camino al cerro de la Ventana ), oh lejos si
viera, esa lejura, mi mamá tuvo doce hijos, quedaron vivos diez, y ya murieron
dos, así que, los dos primeros nacieron muertos, una nenita y un varón, allá
arriba en el puerto “Remolino” allá arriba que ahora es propiedad de José Luis
Martínez, él nos compró allá el campo, y allá nos criamos todas con la pobreza
pero con mucho amor, mi mamá nos tenía en el hospital no en la casa, en el
hospital de Dolores, el varoncito murió en el hospital al nacer, pero la nenita
murió ahogada.
Entrevistadores. ¿Cómo se tomaba la muerte
de un bebé?
Doña Marta. Claro que era una cosa
dolorosa para la familia, pero había que tomarlo de otra manera porque era un
angelito, y en el velorio se hacía algo como para entretenerse para pasar la
noche, estábamos ahí y era como una cosa normal, porque morían muchos bebés.
Entrevistadores. ¿Cómo era la niñez allá
en lo alto de las sierras?
Doña Marta. Muy sacrificada, mire por
ejemplo teníamos que salir a la mañana a las 7hs y caminábamos hasta acá abajo,
todos los días, y caminar y caminar, veníamos a la escuela del pueblo[1],
ya veíamos al sol y nos apurábamos, a tranco largo cuesta abajo porque se nos
hacía tarde, y después bueno, a trabajar yo de los 9 años que el papá nos llevó
a trabajar como niñeras o a trabajar, en alguna casa, sí, desde chicas, a mí de
los 9 años que me pusieron a trabajar de niñera, acá en el pueblo, bueno
cuidaba un niño en la casa de doña Mayo, ella y el marido trabajaban y
necesitaban que alguien les cuidara el niño, y bueno yo lo hacía, y luego a los
10 años seguí trabajando, mis hermanos trabajaron por el lado de Chancaní, era
empleado de don Antonio Gutiérrez, era chico de edad pasaba mucho miedo, que
salían muchas víboras, y muchas historias, y nos mandaban a la Escuela y a trabajar, a la Escuela a la mañana y a la
tarde a cuidar chicos, hasta tercer grado fuimos porque después nos mandaron a
trabajar, y de la escuela me acuerdo que jugando con las chicas me caí y me
pegué con un paraíso grande, y parece que me desmayé u las chicas me trajeron
hasta mi casa, me llevaron a Las Rosas, un golpazo que me había pegado se vé
que perdí el conocimiento porque me acuerdo cuando ya estaba sentada en la
cama, jugábamos a la ronda así tomados de las manos, y cuando una de ellas me
soltó me caí.
Entrevistadores. ¿Marta UD no iba todos
los días a su casa entonces?
Doña Marta. No, yo estaba trabajando
cama adentro, y recién el sábado nos dejaban ir a mi casa. Le pagaban a mis
padres, sí, a todas mis hermanas las mandaron a trabajar de chicas. También viví
en Buenos Aires como un año, porque unos patrones me llevaron y conocí Entre
ríos, porque ellos tenían una isla en Entre Ríos íbamos a pasear en esas
lanchas de pasajeros, subíamos en el Tigre, me acuerdo mucho de eso porque fue
muy lindo, cuatro horas en la lancha y llegábamos a la casa que estaba alta
sobre unas escaleras de madera, íbamos a juntar manzanas, fuimos con la mamá de
doña Irma, y luego nos hicimos amigas con su hija Inge, nos hicimos muy amigas
porque teníamos la misma edad, hasta tercer grado, su madre la Oma , nos dejaba solas y la
pasábamos muy bien pasábamos música en una vitrola.
Entrevistadores. Ud sabe que varios de
nuestros entrevistados nos dijeron que siendo muy niños los mandaban a
trabajar, por ejemplo en la entrevista que le hicimos al Nene Fernández.
Doña Marta. El Nene, cómo no lo voy a
conocer si es mi cuñado, se casó con mi hermana. Sí, esos chicos los han
mandado de muy chicos que salieran a trabajar. También ellos son de allá arriba
en la sierras (señala con un gesto hacia sus espaldas y mira a las sierras
desde el patio desde donde hacemos la entrevista, su casa tiene una vista del
cerro Negro).
Entrevistadores. Explíquenos Marta por
favor por qué dice ud que era tan difícil la vida en las sierras.
Doña Marta. Porque era sacrificado
todo, vivir, trabajar, andar, bajar y subir para hacer cualquier cosa, por las
distancias eso de ir tan lejos, esa lejura, por necesidad de plata es que
bajábamos a trabajar, los padres nos mandaban a trabajar, mantenernos a todos
se ve que no se aguantaban los viejos.
Entrevistadores. ¿Y ellos de qué
trabajaban?
Doña Marta. Mi papá se iba a las
cosechas, se pasaba las sierras caminado y se iba para Río 3ero. Y trabajaba
meses por allá, y mi mamá se quedaba, trabajaba y buscaba leña, cargaba los burros con leña y nos mandaba
para acá abajo a vender la leña. Era muy dura la vida, meses entero más de
cuatro meses a veces que el papá estaba en las cosechas, y mi madre se tenía
que hacer cargo de todo ella quedaba a cargo de nosotros.
Entrevistadores. ¿Y entre ellos cómo se
llevaban los padres?
Doña Marta. Bueno entre ellos se
llevaban muy bien, mi mamá era muy obediente, mi papá sería muy derecho porque
mi mamá le tenía como un respeto, vio? Muy obediente ella, lo que él ordenaba
ella al pie de la letra lo hacía. Mi mamá andaba derechito, ella le obedecía
cuando él decía algo, bravo era mi padre, y yodos le teníamos miedo a él. A la
noche nos mandaba a rezar, y nos hacíamos pasar por su cama y que le pidiéramos
le bendición, rezábamos el rosario con ellos en la pieza a la noche, y teníamos
que pedir la bendición todos los días, a todos le pedíamos la bendición a las
tías a los tíos. Y si nos portábamos mal había castigos, nos prohibían algo, o
los retaban mal a los muchachos.
Entrevistadores. ¿Qué pasaba en esa época
con la propiedad doña Marta, ud dice que hace poco le vendió esa parte a
Martínez, pero eso de quién era antes?
Doña Marta. Todo eso era de mi padre,
bueno había sido herencia de mi padre, eso había sido del abuelo de mi papá, él
había vivido ahí en las sierras. Bueno como sería eso de la propiedad antes no
sé, porque no había alambrados ni nada, ahora el dueño ha ido poniendo
alambradas. Eran 80
hectáreas lo de mi papá y estaba así sin marcar, y a
veces se enojaba porque venían animales de otros vecinos, pero era todo campo
abierto, y arriba todo se mezcla.
Entrevistadores. Ud nos contaba que bajaba
al pueblo con leña, ese trabajo los hacía ud siendo niña con sus hermanos?
Doña Marta. Sí con mis hermanos, pero
muchas veces éramos los más chicos los que veníamos con el burro. Me solían
mandar el día que los carniceros carneaban los animales y yo tenía que subir
con los menudos, y recuerdo un día que iba cargada con mi burrito, y sola
porque mi hermana Josefina era chica, al
pasar por una bajada que se asoma así, esa que está antes de lo de Rosita Chávez,
se me cayó toda la carga y vaya a saber cómo hice yo para juntar todo eso y
volverlo a poner en las alforjas del burro, y otra vez por cruzar una acequia
el burro saltó y tiró toda la leña que traía, y yo me la tenía que arreglar
para cargar todo eso y traerla al señor que la compraba, y también traíamos
quesillos.
Entrevistadores. ¿Se acuerda cómo se
hacían los quesillos?
Doña Marta. Sí, mi mamá compraba los
cuajos cuando carneaban los animales, y el suero y les ponía el suero, picaba
el cuajo y los ponía en un frasco con mucha sal y bien tapadito, y le ponía la
cuajada de la leche, bueno después sacaba eso del frasco y se lo echaba a la
leche y la leche se cuajaba, se hacía como una leche cortaba, y entonces ella
empezaba a amasar y lo que iba quedando era el suero y eso se tiraba o se daba
a los chanchos, ¡Oh que quesillos que hacía mi mamá! Y no sabe que fina era mi
madre para trabajar el quesillo, lo ponía en un plato playo y lo amasaba bien y
quedaba muy bien presentado, acá la conocían por los quesillos que hacía, tenía
que tener paciencia para hacer esos quesillos y los ponía en una caña
dobladitos y quedaban así, hasta el otro día, y los ponía uno arriba del otro
en un plato y con eso nos mandaba de allá arriba, y a mi hermano una vez se
cayó con un plato con quesillo (se ríe con mucha alegría como si estuviera
viendo la escena nuevamente, se ríe y nos contagia a todos su risa). Mire mi
mamá planchaba para gente de acá abajo y nos mandaba con la ropa planchada
desde esa lejura, más lejos que lo de Rosita Chávez, nos mandaba con toallas,
con paquetes con ropa, envolvía la ropa bien envuelta porque era bien prolija
mi mamá, era muy guapa, planchaba y desde esa lejura nos mandaba y nos decía
tenga mucho cuidado en no arrugar la ropa (risas).
Entrevistadores. ¿Y cómo planchaba allá
arriba, dígame que todavía UD guarda esa plancha?
Doña Marta. Y con la plancha de
carbón, con las brazas chiquitas, y mi mamá la soplaba, eso me acuerdo, soplaba
se avivaban las brazas y con eso planchaba, y tengo un pedacito de esa plancha
todavía. Espero que mi hija no me la haya tirado porque ella siempre me dice,
pero mamá que hace con esa plancha tire eso. Y yo que siempre la quise guardar.
(Se retira unos segundos y nos trae fragmentos de una plancha de brazas y trata
de explicarnos con la habilidad que su madre la manejaba, la hacía volar, dice)
Se ve que la cuidaba muy bien a la planchita porque mi mamá le planchaba a
gente rica.
Marta con los restos de la antigua plancha de carbón de su madre. |
Entrevistadores. Alguna receta que se
acuerde y nos quiera contar?
Doña Marta. Mi mamá solía hacer la Chanfaina de los
menuditos de los chivitos, de los cabritos, que chanfaina que hacía que rico,
picaba todos los menuditos y a todos les gustaba, a los turistas que subían y
ella les cocinaba, los menudos fritados, con cebolla, con harina lo espesaba,
con la sangre, me recuerdo un señor que trabajaba poniendo la luz, de apellido
Malafud y nunca la había probado y le encantó, el hombre subió a lo de las
casas, y mi mamá le dijo que le iba hacer probar esa comida y él no la conocía,
le ponía comino mi mamá. También hacía estofado de pelones, ponía a remojar los
pelones como un estofado. Todas esas comidas, a lo mejor le faltaba papas y
ella lo resolvía, ellos tenían muchos animales y luego se dedicaron a vender
leche, la bajaban ya en botellas, y le pedía que estuviera a las 9hs abajo y
eso era lo que luego lo cansó, vendió leche y tenía que ordeñar desde la
madrugaba mi madre. Mis hermanos los más chicos quedaban con ellos, los demás
teníamos que trabajar, y creo que a lo último estaba la más chica cuando murió,
siempre se iban quedando los más chicos.
Entrevistadores. Nos contaron que su mamá
tenía buena mano para las plantas, qué nos puede contar de eso?
Doña Marta. Sí, no sabe había que
llevar agua para sus plantas, teníamos que subir agua con esos tachos de aceite
que había antes, no había agua, había que subir con los tarros desde el bajo,
había que subir esos 5
litros para tomar a la noche por si alguien quería, y
durante el día, y también había que subirle agua para sus plantas, ella tenía
geranios, conejos, toda planta tenía mi madre, verduras, mi papá preparaba la
tierra y mi madre las mantenía, zapallos, maíz, choclos, perejil, bueno no sé
que ha quedado ahí porque hace muchos años que no subo, pero deben haber
quedado muchos nogales que plantó mi papá.
La casita que
había hecho mi padre era de piedra con barro y paja, era medio alto él y se
tenía que agachar cuando entraba y teníamos tres piezas una para nosotras, otra
para mis padres y otra para los muchachos, después hizo un comedor pero cuando
ya no estábamos nosotros, porque de niños yo me acuerdo sólo de esas tres
piecitas. Mire era tanto el respeto que le teníamos al papá y desde acá abajo
donde estábamos nosotros, íbamos hasta allá arriba para pedirle permiso, y
hasta él nos ha llevado al baile.
Entrevistadores. ¿Tenían amigos y vecinos
allá arriba?
Doña Marta. Sí, estaban los vecinos,
los Cuello, después don Gómez, sí si el abuelo de ella(señala a Rosa Gómez,
quién nos condujo hasta la casa y nos presentó a doña Marta) don Pedro Gómez,
más para acá abajo, don Tomás Altamirano (el puesto Altamirano), pero mi papá
se daba poco con los vecinos, el que estaba cerca era Ricardo Cuello, el tío, Belarmina
la mamá de don Pedro Gómez, ellos si se hablaban más todo, ella vivía cerca, mi
mamá hacía empanadas y ella le mandaba, y cuando la vecina hacía también le
mandaba.
Entrevistadores. ¿Y nos puede decir que
yuyos usaban como remedios?
Doña Marta. Yo el que recuerdo es la
“barba de piedra”, si mire la usábamos mucho, se hacía un te así con agua
hirviendo, se ponía en un vaso el agua y luego los copitos de barba de piedra
que se saca de las piedras negras. Y el doctor Mazzoni que era muy buena que
contenía mucho yodo y que hasta se podía evitar una operación de garganta
tomando o haciendo gárgaras, yo la sacaba de allá de la cañada de unas piedras
negras. Otros remedios que nos hacía mi madre era la “manzanilla” con aceite
calentito y eso nos pasaba por donde nos dolía, por el cuello o por donde sea, ella
calentaba la cuchara en las brazas y nos pasaba lo más calentito que pudiéramos
aguantar. También había unas recetas para las verrugas, para los testes con
leche de la planta de higos. Se usar la cáscara del chañar hervida hecha té y
le pongo miel y eso es para la tos, eso calma la tos, también se hace el arrope
del chañar, nos señala el fondo de su casa donde tiene un bosquecito de cuatro
o cinco plantas de chañar, yo no hacía el arrope, pero sí usaba y uso la
cáscara para el té.
Entrevistadores. Y bueno doña Marta sabe
lo que no nos contó Es cómo conoció a su marido, ¿Se acuerda ud. de eso?
Doña Marta. Ah si, a mi marido lo
conocí en un baile que se hizo en Alta Montaña que se hizo en el mes de
septiembre, con él estuve un año y medio de novia y luego me casé, luego
vinieron las hijas, la mayor tiene 50 años, ahí tengo el cuadro de las cuatro
chicas.
Entrevistadores. Bueno Doña Marta ha sido
ud muy amable y le agradecemos mucho esta charla de hoy!
Doña Marta. No tiene porqué darlas,
gracias a uds por la visita!
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