miércoles, 12 de junio de 2013

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El Paisaje   

      

¿Cómo entender la vida en las Sierras sin la presencia del paisaje? El paisaje está presente en casi todos los testimonios obtenidos. Por tratarse de un ámbito serrano es sintomático reconocer la importancia que los pobladores dieron, y le dan a los cerros, los senderos, los arroyos, el aire puro de la zona, las lomadas que caracterizan esta localidad. Por ejemplo Doña Pilar nos dice: Yo extrañaba el aire puro de la sierra. (la entrevistada dice que por esta razón se volvió de Buenos Aires cuando sus patrones la había llevado a trabajar) Yo visité a mi abuelo durante toda su vida, cuando el abuelo murió no visité más a la sierra. Los nombres de los cerros también están presentes en los relatos, en la memoria y en la vida cotidiana de los serranos: Delia toma el libro[1] en sus manos y mira la tapa y dice “Este es el Cerro Vallo, no el Cerro Negro como todos creen acá, mi amiga de acá enfrente le puso a su negocio Cerro Negro pensando que este de acá atrás es el cerro Negro, pero en realidad el Cerro Negro es este otro que está al ladito, y éste que está en la tapa de este libro es el cerro Vallo”. La gran parte de la vida de estas personas está asociada al paisaje, sus experiencias vitales, sus recuerdos más dolidos y profundos, la niñez, el trabajo y lo cotidiano, se desarrolló en las laderas de estas sierras, en sus senderos y picadas de animales, en sus cimas, ejemplo de esto es el testimonio de Don Fernández, más conocido en el pueblo como El Nene Fernández, quien cuenta en su haber al paisaje serrano como algo natural pero también como algo alterado con sus propias manos: … yo ya estaba haciendo la picada para la línea de Canal 12 (Cba) y bueno me quedé ahí y no salí nunca más, hicimos la línea… y me quedé ahí 27 años de mí vida trabajando ahí en la cima de las sierras… allí hay una pampa como se le dice, y un cerro…ud vé desde acá abajo donde están las antenas, para eso había que hacer el camino, y yo he hecho como cien escalones en la sierra…ese caminito de hormiga para poder subir el material, incluso la torre de hierro, hasta poder hacer arriba los huecos en la piedra viva… Doña Goya que aun vive en la lomada sur del pueblo en plena sierra, nos habla de la soledad como un recuerdo de la vida en los cerros: “Bueno en las alturas, allá en las sierras hay pocos vecinos, por eso había pocas amistades, pero en la escuela sí tenía algunas amigas…Lo que sí recuerdo es que mi marido cuando cruzaba las sierras para ir a las cosechas del otro lado, al maíz o lo que sea…”. La Señora Marta (f) nos cuenta: “allá arriba más arriba de lo de Rosita chávez (señala con la mirada hacia las sierras, hace referencia a la casa de la llamada “tejendera” Doña Rosita Chávez quien vive camino al cerro de la Ventana), oh lejos si viera, esa lejura”, le preguntamos por qué era tan difícil la vida en las Sierras:“…Porque era sacrificado todo, vivir, trabajar, andar, bajar y subir para hacer cualquier cosa…”





[1] Se le entrega en el momento de la entrevista el libro realizado por la Biblioteca Popular, “Historias populares cordobesas. Los Hornillos” 2007, en él se publica una entrevista a su hermano mayor.

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